El Papa Francisco: la estrategia de decir verdades y que sean bien recibidas

Las visitas del Papa a cualquier país, a México, son acontecimientos extraordinarios; presentan diversas perspectivas y también diferentes interpretaciones. Por lo general, predominan aquéllas que tienen más influencia en los medios de comunicación, o, precisamente, las manejadas por los mismos empresarios de los medios de comunicación.

Lo anterior no impide que, en lo particular e individualmente, se configuren perspectivas que, aunque no sean hegemónicas en los espacios de la llamada opinión pública, sí contribuyan a una mayor conciencia de lo que llamamos ‘realidad’; es decir, que tengamos la habilidad de distinguir entre lo que es en sí la visita del Papa, en esta ocasión Francisco, y lo que ya se maneja en el terreno de la propaganda, ya sea política o comercial.

Si recurrimos, para utilizar un método de interpretación, al gran escenario que estamos viviendo en México, podemos encontrar dos grandes visiones recurrentes de la realidad mexicana: una que acepta que el país padece graves problemas, pero que vamos por el camino correcto; y, la otra, que también acepta que el país tiene esos problemas, pero señala que no estamos haciendo las cosas correctas para superarlos.

Unos se inclinan y tienen afinidad, en lo político, con los supuestos muchos esfuerzos que hace un gobierno para superar esos problemas, como el Gobierno del Presidente Enrique Peña, por lo que estamos juntos por el camino correcto. Otros adoptan una postura exigente, que no acepta justificaciones y, menos, explicaciones vanas, y demandan, ya, un cambio en las estrategias de gobierno que hagan efectivas las soluciones a esos problemas.

En este contexto, ¿qué puede venir a decir el Papa Francisco a los mexicanos y a sus gobiernos? Considero importante esta pregunta porque la propensión constante es separar el ámbito religioso del resto de los ámbitos de la sociedad, entre los que está el político (el reino de la tierra y el del cielo). La consecuencia que algunos quieren aplicar en estas circunstancias es que los actores religiosos no tienen, o no deben, decir nada a los actores políticos, porque no les corresponde tal cosa, ya que no se deben salir de su propio espacio.

¿Cuál es la disposición del Gobierno de México con la visita del Papa Francisco? En conferencia de prensa, el Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos “dijo que el Estado mexicano interpreta correctamente la laicidad del mismo y no prevé consecuencias políticas de ningún tipo en esta visita” (LJ, 11 febrero), ya que es una visita pastoral, aunque con carácter de Jefe de Estado; sus palabras serán bien recibidas y correctamente interpretadas por el Gobierno.

¿Cómo enmarcar esta declaración? Recordemos el episodio sucedido cuando se filtraron las palabras del Papa dirigidas a un legislador argentino, diciéndole que están “a tiempo de evitar la mexicanización de su territorio”, ya que algunos obispos de México le han dicho que la situación en este país es de terror por el narcotráfico. El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores informó en aquella ocasión que manifestó al Nuncio Apostólico “la tristeza y preocupación respecto de los comunicados que se hicieran de una carta privada del Papa Francisco”, ya que México ha hecho enormes esfuerzos en el combate al narcotráfico (Notimex en CNN, 23 de febrero de 2015).

¿Cuál es el tono de los mensajes y discursos del Papa Francisco? En el sitio de la red “aciprensa” del Vaticano, podemos encontrar sus discursos. Al leer algunos de los pronunciados en su visita a Cuba y los Estados Unidos, realizada en septiembre de 2015, podemos observar determinadas características: prefiere el camino de la misericordia, la comprensión de la realidad humana, el amor y el perdón; se incluye en las circunstancias de las que habla, sin dividir en buenos y malos, recurriendo al ‘nosotros’; las verdades que señala en la vida de las sociedades las considera como defectos que deben ser atendidos y superados; en la mención de las verdades no es ofensivo, no regaña, no lastima a las personas, ni hace amenazas o dicta sentencias condenatorias; se considera a sí mismo como persona vulnerable, igual a todas, sin privilegios propios, necesitado de la amistad y de las oraciones; padece los riesgos que toda persona humana corre, por lo que pone cuidado en su vida y está en alerta, etcétera.

Tomo algunos fragmentos de estos mensajes: “Hay un «servicio» que sirve a los otros; pero tenemos que cuidarnos del otro servicio, de la tentación del «servicio» que «se» sirve de los otros. Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de lo «nuestro». Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión. Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor”.

Otro: “Corazones abiertos, mentes abiertas. Si tú piensas distinto que yo, ¿por qué no vamos a hablar? ¿Por qué siempre nos tiramos la piedra sobre aquello que nos separa, sobre aquello en lo que somos distintos? ¿Por qué no nos damos la mano en aquello que tenemos en común?”.

Una última mención: “Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que renuncia a intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo”.

Es una forma de decir verdades que le permite tocar asuntos delicados y espinosos, logrando que su mensaje sea bien recibido. El efecto es propiciar la conciliación y el acuerdo para las soluciones.

De Política na Opinión: Abelardo Reyes Sahagún